Quien concentra su atención en su interior antes de iniciar cualquier proyecto y se cuestiona profundamente si realmente cree que lo logrará, aun a pesar de las adversidades, o de los que opinan que es imposible, obtiene un sabio autocontrol y liderazgo sobre sí.

El riesgo de no tener cobertura de seguros


En estos tiempos en que vivimos es fundamental tener una póliza de seguros que pueda cubrir nuestros riesgos y evitar que los daños que ellos puedan ocasionar deban ser cubiertos con nuestro patrimonio. Resulta obvio que el hombre no sabe vivir en el mundo, ya que de a poco lo destruye por lo que con más razón tampoco puede vivir despreocupadamente en la sociedad que lo rodea. Todo riesgo tiene la potencialidad de un daño y ello obliga a quien lo ocasiona a tener que repararlo.

El daño es un perjuicio que se ocasiona a otro en las cosas de su dominio, posesión o en su persona. La obligación de reparar el daño consiste en volver las cosas a su estado anterior, como si el hecho dañoso no hubiera ocurrido. Todo puede ser reparado, claro que los daños materiales son más fáciles y mensurables. Los daños en las personas, tanto patrimoniales como morales, tal vez sean más difíciles de cuantificar, pero como el dinero es la única formar de compensar un valor es usado para reparar aún lo irreparable. Vivimos en una sociedad donde existe gran avidez por lo mínimo y a cualquier cosa se le pretende dar un valor económico desmesurado. En el caso de un siniestro sin póliza, todo corre por nuestra cuenta debiendo responder con lo que más nos cuesta, en este caso, nuestro patrimonio. Todas las personas pretenden proteger su propia integridad patrimonial como personal, pero los riesgos son propios y ajenos. Por lo general, dependemos de los otros y eso es lo imprevisible que debemos cubrir. La reparación del daño al otro es un imperativo social que nos obliga a estar asegurados, por lo que dependemos de las aseguradoras y de los productores de seguros como profesionales del sector asegurador. En la medida que tengamos el conocimiento del riesgo que nos impone la sociedad en que vivimos, tomaremos conciencia de una cobertura. Para ello nos debemos un análisis que nos lleve a evitar el acostumbramiento al peligro que hace que todo lo riesgoso parezca “normal”. Las aseguradoras no están para la enseñanza, pero en su publicidad confunden “propaganda” con “entendimiento”. Lo que se debe lograr es que el usuario entienda el riesgo por el cual tiene un imperativo de aseguramiento. Y para ello no basta explicar el resultado o la conclusión como puede ser el siniestro, sino su desarrollo. El porqué se llega a él, es lo que explica la convicción. Por ejemplo, es poco lo que se dice en la relación airbag-cinturón de seguridad en un vehículo. La explosión del airbag hace que su golpe sea más grave que el propio choque, salvo que se utilice el cinturón de seguridad que es el que en definitiva asegura lo óptimo de su resultado. Por consiguiente todo conductor de vehículo con airbag le es mucho más imperativo el uso del cinturón de seguridad que quien no lo tiene. Nadie lo explica ni como propaganda ni como entendimiento. No existe conciencia aseguradora, salvo para lo que es un riesgo de alta probabilidad de siniestro. Pero, no obstante, las pólizas de seguros siguen siendo un producto de consumo de masas y más aún el de Responsabilidad Civil en que existe obligación legal de que todo vehículo tenga dicha cobertura. Quizás algún día se tome conciencia y no se esconda el problema bajo pretextos económicos. Recién entonces, todos conduciremos y caminaremos por las calles con más seguridad.

TEXTUAL:"En el caso de un siniestro sin póliza, todo corre por nuestra cuenta debiendo responder con lo que más nos cuesta, en este caso, nuestro patrimonio. Todas las personas pretenden proteger su propia integridad patrimonial como personal, pero los riesgos son propios y ajenos".

Escrito por Carlos Tagliaferr, Abogado especialista en Seguros.