Quien concentra su atención en su interior antes de iniciar cualquier proyecto y se cuestiona profundamente si realmente cree que lo logrará, aun a pesar de las adversidades, o de los que opinan que es imposible, obtiene un sabio autocontrol y liderazgo sobre sí.

La reforma del Código Civil y los Seguros de Vida


Por el Dr. Leonardo Glikin
Es posible que en poco tiempo se debata y apruebe la demorada reforma del Código Civil.

Entre las novedades que se esperan se encuentran las convenciones matrimoniales, instrumento a través del cual se puede pasar de un régimen de “sociedad conyugal”, como el que actualmente tenemos, a un régimen de separación de bienes, en el cual, cada uno de los cónyuges sigue siendo dueño exclusivo de los bienes que adquiere durante el matrimonio, y no tiene la obligación de dividirlos con el otro cónyuge en caso de divorcio.

Por otro lado, la reforma del Código Civil prevé un aumento de la libertad testamentaria de las personas. Esto significa, por ejemplo, que quien es padre (y actualmente no puede disponer a favor de quienes no sean sus hijos, de más del 20 % del total de su patrimonio) a partir de la reforma podría disponer de la tercera parte, y una proporción aun mayor si se tratara de proteger a un hijo con discapacidad.

¿Cuál es el impacto de esta reforma en el negocio del seguro de vida?

1.- SI HAY MÁS PARA PLANIFICAR, HAY MÁS PARA ASEGURAR

Toda la estructura de la ley de familia y sucesiones en la Argentina ha tendido a la menor participación posible de los titulares del patrimonio: un solo régimen de bienes para el matrimonio (el régimen de la sociedad conyugal) y una muy escasa libertad testamentaria, con elevadas porciones “legítimas”, a favor de los herederos forzosos (quien tiene hijos, sólo puede disponer del 20  % de su patrimonio a favor de cualquiera que no sea un hijo).

Esta realidad legal ha desalentado toda conducta planificadora por parte de los argentinos: como los derechos se ganan y pierden automáticamente por voluntad de la ley, cada cual tiene la sensación de que es muy escaso lo que puede hacer para torcer ese rumbo.
Al instaurarse las convenciones matrimoniales, y al aumentar la parte del patrimonio que se puede disponer libremente a través de un testamento o de un fideicomiso, se generan las bases para conductas más previsoras, y para el despliegue de un pensamiento planificador.

Si cada cual percibe que no sólo tiene que ocuparse de su patrimonio mientras vive, sino también de cómo va a transmitirse después de su muerte, se abre la posibilidad de que acepte al seguro de vida como un instrumento idóneo para cumplir sus fines, sea para protección de los seres queridos, para la gratificación de personas determinadas, para el reforzamiento de los recursos de un proyecto o para la búsqueda de la equidad entre los herederos.

2.- EN LAS PYMES, LOS CONVENIOS DE CONTINUIDAD EMPRESARIA:

Las convenciones matrimoniales pueden reforzar los instrumentos legales para que, pase lo que pase, la empresa quede siempre en manos de los integrantes de la familia con vínculos de consanguinidad.

Si bien esta cláusula resuelve íntegramente la cuestión en caso de divorcio, deja un aspecto sin resolver: el caso de que uno de los cónyuges herede el patrimonio del otro, al producirse su fallecimiento.

Las convenciones matrimoniales tienen la virtud de reforzar la validez de las cláusulas de los convenios de continuidad empresaria, para que en ningún caso los parientes políticos accedan a partes de la sociedad, quienes, en cambio, obtendrán los beneficios de un seguro de vida, que cubra el valor de la parte del socio fallecido.

En síntesis, podemos afirmar que las modificaciones propuestas en el Código Civil constituyen una oportunidad para que la sociedad siga adoptando al seguro de vida como un instrumento indispensable en función de la protección del patrimonio familiar.

El Dr. Leonardo Glikin es presidente de  CAPS Empresa & Familia.
http://www.caps.org.ar


Nueva mirada, más opciones

En el Silencio de los Corderos, con su habitual estilo de ‘coaching‘ tan eficiente como escalofriante, Hannibal Lecter iluminaba a la agente Clarice Starling en su investigación sobre el caso de un asesino en serie:



“¿Qué es lo que nos mueve? La codicia. ¿Qué es lo primero que codiciamos? Codiciamos lo que vemos”.

Si vives en un pueblo de 50 habitantes y no viajas ni te relaciones demasiado, posiblemente acabarás casándote con el vecino/a que esté más potable o con quien esté dispuesto a hacerlo contigo (a casarse, me refiero), y que por razones estadísticas es más que posible que sea el/la único/a de la aldea en edad de merecer. Por supuesto, lo harás por amor. Y es que el amor es ciego pero sobre todo circunstancial.

Muchas personas acaban enamorándose de sus compañeros de trabajo o de estudios lo que revela que las medias naranjas suelen crecer y caer del árbol que está justo en el lugar donde solemos pasar más tiempo o que nos pilla más a mano. Es el famoso amor de cercanías, que parece indicar que por encima de las características particulares de cada fruta cítrica lo que más nos importa es el zumo.

Este circunloquio nos lleva derechitos a hablar de la libertad del hombre (y de la mujer). ¿Elegimos lo que queremos o queremos lo que elegimos? Si echamos un vistazo a nuestra vida diaria posiblemente comprobaremos, tal vez con sorpresa, algunos con resabida resignación, que solemos elegir entre las alternativas de las que disponemos o entre las que se nos ofrecen en un momento determinado, o simplemente rebuscamos entre las opciones que nos dejan.

La primera fase de un proceso de coaching siempre comienza con preguntas que ayudan a la persona a indagar alternativas. Acciones sin opciones son músculo sin análisis, pasos sin perspectiva. Elegir mola mucho, ofrece una adictiva sensación de libertad sin mayores efectos secundarios que la ignorancia de lo que rechazamos de forma pasiva, sin saberlo, muchas otras alternativas que no hemos tenido la oportunidad ni de olisquear. Las buenas decisiones no dependen tanto de la elección en sí como de las opciones que teníamos al decidir. Y el hecho mismo de disponer de alternativas, y de la habilidad para buscar otras nuevas, tiene mucho que ver con eso de ser feliz.

Pero ojo, la felicidad cuesta, encontrar opciones y oportunidades, cuesta. Y ahí es donde empezamos a pagar con sudor: indagando, sopesando, conociendo, sin dejarnos embaucar por la inercia y el canto de sirenas de los amores de cercanías. El buen asesoramiento, la buena orientación profesional, no tiene tanto valor añadido por trabajar con lo que existe, con lo que el cliente ya tiene sobre la mesa, como cuando se pone en juego aquello que no se ha considerado. Hay más de 10 formas de elegir mal los estudios, y la mayoría de ellas comienzan con no dedicar la suficiente atención y cariño al análisis de las alternativas.

Uno de los mejores trucos de coaching es enseñar a sacar conejos desconocidos, conejos nuevos de la propia chistera. Tras conocer una amplia variedad de ocupaciones, profesiones, especialidades formativas regladas y no regladas, ofertas de empleo o alternativas de carrera, laborales y personales, tal vez el cliente decida quedarse con su conejo de peluche de siempre, el que le ha acompañado en sus sueños y en sus duermevelas. Estupendo. Entonces habrá ELEGIDO, sí, con mayúsculas, y seguirá adelante sabiendo lo que deja atrás y convencido de que persigue un objetivo de valor. Las buenas decisiones dependen de lo que eliges, pero sobre todo de lo que decides rechazar.

Generar alternativas es el trabajo más difícil en coaching, pero es también el que produce más cambio. Ya lo dijo el escritor de El Principito:

Para ver claro, basta con cambiar la dirección de la mirada.

Pero precisamente cambiar de dirección es lo más difícil por la inercia de los hábitos y la comodidad de conformarse con lo que se tiene a mano. Reconozco que estoy un tanto meditabundo, algo introspectivo, todo existencialista. En tiempos tan líquidos buscamos inevitablemente la estabilidad, a veces por comodidad, otras como un altiplano con perspectiva que nos permita planificar el futuro siempre incierto. Ante cada opción, ante cada elección tomada siempre surgen las mismas preguntas: ¿será un amor para siempre? ¿Una relación interesada? ¿Un matrimonio de compromiso? ¿Un rollo de un quinquenio? Creo que seguiré quedando con otras de vez en cuando. Por si acaso deja de quererme.

Seleccionado por Camila Ubierna de Yoriento, escrito por Alfonso Alcántara con el título Amor de cercanías: ¿eliges lo que quieres o lo que puedes? Coaching para las decisiones.

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