Quien concentra su atención en su interior antes de iniciar cualquier proyecto y se cuestiona profundamente si realmente cree que lo logrará, aun a pesar de las adversidades, o de los que opinan que es imposible, obtiene un sabio autocontrol y liderazgo sobre sí.

Tan bueno, tan malo

No es tan bueno que las decisiones importantes sean aclamadas y aceptadas unánimemente. El desacuerdo, en un sentido, es saludable: si no hay opciones, la mente se cierra y finaliza su proceso de creación. La primera regla en el proceso de toma de decisiones es "no tomar decisiones si no existe algún desacuerdo". Pero el desacuerdo genera conflicto; por eso, quien sabe tomar decisiones importantes provoca -y luego organiza- el desacuerdo.

Un "organizador de desacuerdos" asume el compromiso de descubrir por qué las personas no se ponen de acuerdo: no comienza suponiendo que un determinado curso de acción es el correcto y todos los demás están equivocados. Mucho menos pensando "Yo tengo razón y el resto no"... Las personas efectivas, se preocupan primero por comprender. Siempre se preguntan primero qué es aquello que los demás "ven" y, recién entonces, piensan si están o no en lo correcto. La decisión final no siempre será elogiada por todos, pero esto no es tan malo.

Club de la Efectividad
Fabián Mozzati - Rosario, Argentina
Aprendemos a decidir... por disenso.