Chile tuvo su Apolo 13. En su cápsula de piedra, 33 personas mantuvieron en vilo al planeta: estábamos angustiados, expectantes... Dos tripulaciones muy diferentes y con caminos opuestos, pero ambas queriendo volver al mismo mundo.
En ambos casos, el esfuerzo; la emoción; la creatividad; la capacidad y la esperanza, pudieron más que los recelos y las culpas. En ambos casos, fueron personas corrientes las que -con sus decisiones- hicieron cosas excepcionales.
Tanto en Houston como en San José, los equipos que trabajaron para traerlos de vuelta supieron colaborar, doblegar sus dudas y decir "no sabemos cómo, pero lo vamos a resolver. No después, ni pronto... Ahora."
Es la emoción de la solidaridad, la conciencia de estar haciendo lo correcto, y la responsabilidad de hacerse rápidamente cargo de lo que importa, lo que nos devuelve la esperanza. Mis lágrimas durante el rescate, son para esa humanidad que ante la urgencia... se junta y hace milagros.
Club de la Efectividad - Martín Castro Rosario, Argentina
Nos encantan los buenos finales.