Nuestro comportamiento obedece a un complicado conjunto de factores: rasgos establecidos biológicamente; hábitos adquiridos; condicionamientos externos; experiencias emocionales; etc... Pero también actuamos conforme a nuestra razón, experiencia, creencias, principios y deberes. Dicho de otro modo, conforme a nuestra "filosofía de vida".
Todos poseemos una filosofía de vida, aunque en muchos casos sea implícita en lugar de explícita. No todos somos capaces de articular nuestra filosofía de vida con exactitud, pero esto no es importante. Lo relevante, es si ella actúa a favor -o en contra- de los resultados que esperamos obtener en nuestras vidas.