“Lo importante no es
escuchar lo que se dice, sino averiguar lo que se piensa”
- Juan Donoso
Cortés-
“Tú me
dices…Yo te digo… y así empieza nuestra guerra cotidiana”. Así expresa Ricardo
Arjona en una de sus canciones. Y uno dice lo que dice y el otro escucha lo que
escucha.
El
problema no es lo que sucede sino cómo reaccionamos a lo que sucede. Una buena
manera de evaluar nuestras relaciones es observando la calidad de la escucha
que existe en cada relación.
Solemos
decir: “Mis hijos no me escuchan”. “Mi pareja no me escucha”. “Mi jefe no me
escucha”.
La
escucha es la parte más activa de la comunicación y no nos enseñaron a
escuchar, nos enseñaron a hablar. Y si tan sólo nos detuviéramos un instante
nos podremos dar cuenta que tenemos dos oídos y una boca. ¡Qué gran señal y mensaje
de sabiduría tenemos ahí!.
Escuchar
con atención es uno de los mayores regalos que se puede ofrecer a otra persona.
Todos
hablamos para ser escuchados pero el hablar no garantiza eso. Oír no es
escuchar. Escuchar es oír, más interpretar, más percibir. ¿Qué quiere decir
esto?, que nosotros escuchamos desde nuestra historia personal y social.
¡Por
Dios!, cuántos conflictos nos podríamos haber evitado si tan sólo hubiésemos
escuchado empáticamente al otro, es decir, sin criticar, sin juzgar, sin
menospreciar su sentir. Te puedo asegurar que la calidad de nuestras relaciones
sería muy distinta si tan sólo prestáramos atención cuando el otro se está
dirigiendo a nosotros.
Trata de
observar desde qué perspectiva el otro te está hablando, ¿qué inquietud te está
transmitiendo y planteando?, ¿qué significa eso que te está diciendo?, ¿a qué
apunta?, ¿qué te está pidiendo?, ¿qué te está ofreciendo?, ¿qué está haciendo
con aquello que dice?, ¿te está afirmando algo?.
El
lenguaje no es inocente. El lenguaje es acción. Yo genero algo con cada
palabra. Yo creo una nueva realidad con el otro a través del habla. Yo abro o
cierro posibilidades con cada declaración que digo.
Hablamos
para ser escuchados y éste es el propósito del habla. Pero, ¿qué hace que no
podamos escuchar?, ¿qué hace que yo no pueda empatizar con el otro?, ¿qué hace
que la palabra del otro no tenga importancia?, ¿qué hace que el sentir del otro
me sea indiferente?. Y es el ego.
El ego
lucha por tener razón. El ego herido hace que sólo escuche aceptación o
rechazo. El ego dice que su punto de vista es el más importante. El ego es
víctima del resto y de las circunstancias. El ego sostiene y juzga antes de
tener suficiente información.
Debemos
tomar conciencia de que cada persona interpreta lo dicho por otro a su manera.
Por eso vuelvo a insistir, cada quién dice lo que dice y escucha lo que
escucha.
Si
quieres sumar y no restar en tus relaciones se hace necesario aprender a
escuchar. Porque cada persona tiene su verdad, cada persona habla desde su
modelo mental, desde su historia personal, desde su pasado, desde la suma de
sus experiencias, desde sus heridas y dolores, desde sus creencias
internalizadas. Y si no tomas conciencia de esto, una palabra dicha por el otro
puede hacerte mal interpretar y ver como negativo algo que no lo es.
Entonces,
intenta detenerte a tiempo antes de juzgar y aprende a indagar. Pregunta y
repregunta hasta que puedas entender qué te está queriendo transmitir el otro,
escucha sus palabras sentidas con la intensidad y la emoción puesta en ellas.
Recuerda,
el otro es otro. Una manzana no es una pera y una pera jamás será manzana. Por
lo tanto, trata de comprender que vivimos en una gran frutería donde cada uno
es tan importante y único, donde nos puede gustar o no el sabor de la otra
fruta, pero eso no nos da derecho a juzgar su forma o tamaño. Cada uno es como
es y se encuentra en un cajón de fruta distinto, tan respetable y digno como el
de uno mismo.
Y si no
te escuchan como te mereces pues esa persona se lo pierde. Tú eres lo más importante.
Nadie da lo que no tiene. Y si el otro no tiene la apertura para escucharte de
la misma manera en que tú le ofreces tu corazón, pues sacude sandalias y sigue
escalando tu montaña de evolución interior, hacia nuevos rumbos, nuevos
escenarios con nueva gente en tu misma sintonía.
Todos
tenemos el derecho a ser escuchados, a ser aceptados, a cambiar de opinión, a
irnos cuando algo no nos agrade, a decir lo que nos gusta y lo que no, a ser
distintos, a decir “no”, a elegir con quién vincularnos.
Te
propongo que empieces a entrenar tu escucha, a que abras las puertas de tu
corazón para que el otro pase, se siente y se ponga cómodo, mientras tú le
acaricias con tus palabras y ausencia de juicios. Este es el mejor regalo que
todo ser humano puede recibir y no te prives de darlo.
Toma
conciencia de esto: podrías evitar más de un 50% de los conflictos si mantienes
una buena escucha. Recuerda, una cosa es el hecho, lo dicho y otra es la
interpretación. Por tanto, date el permiso de intentar ponerte en el zapato del
otro y mirar el libro desde el mismo lado, te aseguro que te sorprenderás.
Lic. Patricia Bogado
Coach
Ontológico & PNL - Management de Emociones
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