Quien concentra su atención en su interior antes de iniciar cualquier proyecto y se cuestiona profundamente si realmente cree que lo logrará, aun a pesar de las adversidades, o de los que opinan que es imposible, obtiene un sabio autocontrol y liderazgo sobre sí.

Haz algo que importe

En Rework, Jason Fried y David Heinemeier Hansson comparten con un estilo que invita a la controversia, algunas de sus ideas disruptivas sobre la aventura de emprender que destruyen muchos de los mitos y las reglas asumidas hasta ahora por quienes construyen empresas.

La lectura de este libro resultó muy divertida y me encuentro resonando con las propuestas de sus autores tal vez porque descubro un modelo que refleja mi propia experiencia. Así que iré posteando algunos puntos y aquí va el primero:

Para realizar un gran trabajo, necesitas sentir que estás haciendo una gran diferencia. Que estás poniendo una marca significativa en el universo. Que eres parte de algo importante.

Esto no significa que necesites encontrar la cura para el cáncer. Sólo que sientas que tus esfuerzos valen. Quieres que tus clientes digan: “Esto mejora mi vida”. Quieres sentir que si dejas de hacer lo que haces, la gente lo va a sentir.

Deberías también experimentar una cierta urgencia. No tienes tiempo ilimitado. Este es el trabajo de tu vida. ¿Quieres construir simplemente otro producto del tipo “yo también” o quieres que las cosas se sacudan con lo que haces? Lo que haces es tu legado. No te sientes a esperar que alguien más realice el cambio que quieres ver. Y tampoco creas que requieres de un inmenso equipo de gente para hacer la diferencia.

Craigslist demolió la forma tradicional de hacer negocios en avisos clasificados. Con tan solo una docena de empleados, esta compañía genera decenas de millones de ingresos, tiene uno de los sitios más populares de Internet, y produjo una ruptura en todo el negocio de los periódicos.

El Reporte Drudge, de Matt Drudge, es solo una simple página en la Web realizada por un sólo tipo. Aún así, tiene un enorme impacto en la industria de las noticias -productores televisivos, conductores de programas de radio, reporteros de periódicos la visitan en forma rutinaria por considerarla el lugar por excelencia para hallar nuevas historias.

Si vas a hacer algo, haz algo que importe.

Por Andrés Ubierna http://andresubierna.com/

Seguros de venta telefónica: la eterna disputa

Sobreseguros: http://www.sobreseguros.info/

La eterna disputa entre el Productor Asesor y los bancos, parece comenzar a ver su fin, o por lo menos eso está sucediendo en el vecino México, donde el organismo pertinente planea imponer sanciones a quienes realicen ventas telefónicas engañosas de seguros.

Por este motivo, México, mediante su órgano específico, La Condusef impondrá sanciones económicas a aquellos bancos que vendan seguros vía telefónica sin la claridad y la seguridad debidas o realicen promociones engañosas que induzcan a la compra involuntaria del producto.

En comparación con la legislación del país hermano, la situación en nuestro país es un poco más desalentadora que esto.

Es sabido por los PAS que toda la formación específica, todo el asesoramiento especializado y los años de preparación, deben competir en el mercado de los seguros con algunos monstruos financieros que ofrecen seguros de compra telefónica a sus clientes.

Las complicaciones de adquirir estos seguros sin un asesoramiento especializado son diversas, y pueden ir desde la no comprensión del asegurado de las clausulas de su póliza, hasta una aplicación de criterios que se disputarían con la ética, por parte de las financieras.

El aprovechamiento de las nuevas tecnologías, como las redes sociales o la telefonía, al servicio de la venta de seguros, es favorable y adecuado a sanas prácticas comerciales e inclusive bancarias, pero las cosas pasan de claro a oscuro cuando los procedimientos utilizados hasta ahora por los bancos no son eficientes ni transparentes para la mayoría de sus potenciales asegurados.

Uno de los mayores riesgos, y uno de los fundamentos que la CONDUSEF noto al reglamentar y castigar con dureza las practicas engañosas por vía telefónica, es el desconocimiento de los costos totales que tendrá el seguro, la falta de respaldo en la operación, además del pleno desconocimiento de sus derechos y obligaciones, esto sumado a que tampoco queda en sus manos una póliza donde figuren las condiciones generales por cualquier consulta posterior.

En este punto es que el PAS se vuelve de vital necesidad, quien mejor que él podrá asesorar en las conveniencias para el cliente, darle a conocer sus derechos y las obligaciones que el adquirir ese seguro, le otorgaran. Si tenemos en cuenta además que en México la penetración del seguro es una de las más bajas del continente, con un índice de primas a Producto Interno Bruto (PIB) menor a 2%, en décimo primer lugar de 19 países latinoamericanos, estaremos comprendiendo el panorama completo que el organismo tuvo en cuenta a la hora de rever las sanciones, para evitar que el rechazo a los seguros compliquen aun más el panorama.

En nuestro país no hemos avanzado en semejante claridad de reglas en lo que a la venta de seguros respecta, pero es bueno siempre, saber y conocer que en otros puntos se están produciendo estos cambios, para que podamos alimentarnos de ellos y señalarle a nuestras autoridades, el camino en un sentido paralelo.

Sobreseguros: http://www.sobreseguros.info/

Incentivo fiscal en el freezer

Contratar un seguro de vida ya no supone ningún beneficio impositivo relevante. Los montos deducibles de impuesto a las ganancias están congelados desde 2001 en $ 996.

10-5-2011
Empleado, casado y con dos hijos muy pequeños, Alberto Quinteros cobraba en 2001 un sueldo de $ 5000 mensuales, cifra neta de los aportes a la seguridad social. Por su ingreso de ese año tributó por el impuesto a las Ganancias, un total de $ 7549,70, o un promedio de $ 629 por mes.

Como Alberto Quinteros había pagado la póliza de un seguro de vida, la carga fiscal fue un 14% menor respecto de los $ 8772,40 que le habrían descontado en todo el año si no hubiera deducido $ 996,12 de la base imponible. Ese era, en aquel entonces, el monto máximo que la ley le permitía deducir por haber comprado ese producto de protección para su familia. Alguna vez su productor le comentó también sobre un producto de ahorro para el momento de su retiro laboral, que él finalmente no contrató. De haberlo hecho, ambos seguros le habrían significado tributar un 17% menos en comparación con el impuesto calculado sin las deducciones por esos conceptos.

Alberto Quinteros sigue hoy trabajando. Y a lo largo de estos años, la empresa le fue mejorando el salario a un ritmo similar al del índice de inflación calculado por las consultoras económicas privadas. Eso equivale a hablar de aproximadamente un 300 por ciento.

Durante 2010, a su bolsillo llegaron $ 20.000 por mes, y por los $ 260.000 acumulados en el año (incluyendo aguinaldo), el monto del impuesto trepa a los $ 46.827,40 (la estimación es aún provisoria, ya que avanzado 2011 el Congreso de la Nación no aprobó aún la ley para ratificar los valores de las tablas de cálculo anunciadas por el Poder Ejecutivo a mediados del año pasado). Siempre preocupado por los suyos, Quinteros sigue con el contrato del seguro de vida, aunque eso tiene ahora un impacto muy leve en el impuesto a las ganancias. Concretamente, abona un 0,74% menos del monto que le correspondería de no tener el producto. La razón, claro, es que sigue deduciendo los mismos $ 996,12 de 2001, aunque esa cifra hoy apenas le alcance, por ejemplo, para pagar dos meses de expensas, cuando una década atrás saldaba 8 meses de ese gasto.

Ya su productor no le insiste para que tome un seguro de retiro, pero de todas formas, ya no podría utilizarlo para aliviar la carga tributaria, porque la ley de reforma previsional de fines de 2008 eliminó esa posibilidad. Hasta ese entonces, cada contribuyente podía deducir hasta un máximo de $ 1261,20 por ese concepto, otra cifra que no había tenido actualización pese a los años de inflación y depreciación de la moneda.

Tanto por el congelamiento del tope de las deducciones, como por la desaparición del incentivo fiscal en los productos de retiro, el seguro dejó de tener en los últimos años un atractivo significativo dentro del sistema tributario, tal como lo demuestra el ejemplo mencionado.

La misma ley de reforma jubilatoria, al derogar la vigencia de la opción por un régimen de capitalización (alternativo al de reparto), borró la posibilidad del ahorro voluntario de largo plazo bajo la modalidad de aportes en exceso de los obligatorios, con destino a las cuentas donde se acumulaban los saldos de cada persona para la futura jubilación.

Sólo quedó vigente, para las empresas, el derecho a deducir de sus ganancias una cifra de $ 630 anuales por empleado, por las contribuciones patronales a un seguro de retiro que mejore, en el futuro, el ingreso jubilatorio de sus actuales empleados.

VELADA ACUSACION. Los discursos políticos en defensa de la eliminación del sistema que entre 1994 y 2008 gestionaron las AFJP, incluyó entre sus argumentos una suerte de "acusación" a los contribuyentes, al considerar que si pagaban aportes voluntarios, sólo lo hacían para pagar menos impuestos. En la misma consideración cayeron los seguros de retiro, al menos si se busca entender por qué esa ley eliminó el beneficio fiscal.

Esos discursos, claro, dejaron de lado los argumentos de quienes defienden -desde el sector asegurador y desde el análisis fiscal- la necesidad de que rijan beneficios fiscales como una promoción del ahorro de largo plazo, tal como ocurre en otros países. Vale aquí citar otro dato duro: contratando un seguro de vida o ahorrando en un seguro de retiro, Alberto Quinteros cobraba en mano menos de lo que habría cobrado de no optar por esos productos, porque el beneficio fiscal implica siempre una cifra inferior al monto aportado para la protección familiar o el cobro de una renta en los años de madurez.

"Para una sociedad es muy importante que sus habitantes tengan cobertura de vida y retiro, y esa protección es aún más necesaria cuanto más bajo es el nivel social. Pero la gente no está dispuesta a sacrificar consumo actual por ahorro futuro, y es por eso que el Estado tiene que ocupar un rol, con políticas activas, para que se ahorre", considera Gabriel Chaufan, presidente de la Asociación de Aseguradores de Vida y Retiro de la República Argentina (Avira).

La entidad presentó el año pasado su proyecto de un Seguro Jubilatorio Voluntario, que devolvería al contribuyente la posibilidad de deducir de Ganancias, por sus aportes, hasta el equivalente al 5% de sus ingresos. Lógicamente, al definir el tope como un porcentaje del ingreso y no como un monto fijo, la actualización se iría haciendo de manera automática, siguiendo la recomposición que va obteniendo el salario del empleado o lo facturado por los autónomos.

De esta manera, en la entidad sostienen que las compañías aseguradoras participarían ofreciendo conformar el llamado tercer pilar del sistema jubilatorio. El primero sería el componente solidario y universal, a cargo del Estado; el segundo, el derivado de las contribuciones obligatorias hechas en la vida laboral, y el tercero, el originado en un seguro con deducciones significativas.

"Lo ideal es que el tope de la deducción tenga una movilidad intrínseca; acá hay un monto fijo que está vigente desde los años 80", lamenta Chaufan.

DEDUCCION. Desde 2001, más allá de que hubo otros cambios en las tablas para el cálculo del impuesto a las ganancias, el salario básico sobre el que se aplica se elevó en un 257,5% para los trabajadores solteros (de $ 1347,7 a $ 4818) y en un 301,1% para quien tiene cónyuge y dos hijos a cargo (de $ 1661,5 a $ 6664). Si se considera que la deducción por los seguros podría haber seguido la variación promedio entre las dos -es decir, un 279,3%-, por los productos de vida hoy se podría deducir hasta $ 3778,20 por año, y por los de retiro, hasta un máximo de $ 4783,60 anuales.

"Todos los valores de las deducciones que están topeadas están desactualizados, y el seguro entra en esa regla", señala Jorge Rodríguez Córdoba, y vicepresidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Según el tributarista, son varias las alternativas a analizar para determinar un posible mecanismo de ajuste automático, tanto de la ganancia mínima imponible como de los topes de deducción. Pero claro, advierte que hay un problema en el camino: "Dar con una solución puede ser muy complicado si primero no se reconoce que hay inflación", en referencia a la actitud de los funcionarios nacionales frente al tema.

Una opción, señala Rodríguez Córdoba, sería utilizar la variación promedio de los salarios de convenio. En los últimos años, la evolución de esa variable no fue demasiado distinta de los índices de inflación estimados por varios economistas, los mismos que cuestiona fuertemente el Gobierno. Desde el desprestigiado Indec, insisten en difundir tasas según las cuales, los precios aumentan hasta tres veces menos que los salarios.

"En países donde se les da mucha importancia al ahorro de las personas, estos instrumentos como los seguros cuentan con un fuerte incentivo", afirma por su parte, Daniel Lejtman, socio del estudio tributario Lisicky, Litvin & Asociados. En la Argentina, agrega, se hace al revés, porque es muy poquito lo que puede deducirse y, de esa manera, no se da ese necesario impulsado señalado antes por Chaufan.

La falta de empujón dado por alguna ventaja impositiva, se suma en el caso de nuestro país, a la desconfianza que en los ahorristas fueron generando varios hechos de la historia reciente. En Avira aclaran que, para despejar incertidumbres de quienes podrían tomar el seguro complementario que se propone, existiría un mecanismo de rescates anticipados de los ahorros.

Mucho se ha hablado, de hecho, de la inestabilidad del marco económico como traba para pensar en acciones de largo plazo. Si es dificultoso a veces para algunas empresas, tanto más para las personas. "Pero es como el tema del huevo y la gallina -replica el presidente de Avira-: se dice que se necesita una economía estable para poder desarrollar este tipo de productos, pero a la vez, el desarrollo de estos productos permitiría crear las condiciones para una economía estable".

Mientras tanto, a la espera de una decisión política que tal vez revierta la tendencia de los últimos años, la influencia del seguro en la determinación del impuesto a las ganancias -que alcanza a cada vez más personas-, sigue cayendo.

Lo demuestra también el caso de Joaco, el hermano de Alberto Quinteros, un soltero empedernido que, no por eso, dejó de comprar una cobertura de vida a favor de sus padres, a quienes ayuda económicamente.

En 2001, el joven Joaco cobraba $ 2500 por mes y tributó $ 1457,70 en todo el año, una cifra inferior en un 8,7% a la que habría correspondido de no tener contratado el seguro de vida. Hoy por hoy, con un ingreso de $ 10.000 mensuales, sus aportes le permiten abonar al Fisco un 2% menos del impuesto estimado sin hacer la deducción. Mucho menos que antes, claro, aunque eso no hará desistir a Joaco, convencido del beneficio social, de seguir haciendo su pago mensual al seguro.

Silvia StangCopyright Estrategas, 2011